jueves, 12 de mayo de 2011

Fidelidad hasta la muerte

La siguiente historia nos ha conmovido, el mejor amigo del hombre sin duda es el perro.

En un pueblito italiano a finales de  1930 había un hombre que se llamaba Luigi que adoptó y crió un perrito mestizo llamado "Fido". Cada mañana Fido acompañaba a su amo a la estación de ferrocaril situada a unos 2 Km. de su casa. 

El joven trabajaba en carpintería en una pequeña ciudad de la zona y para desplazase tenía que tomar el tren todas las mañanas, regresando a su pueblito a las 5.30  todas las tardes. Allí estaba Fido esperando a Luigi ,día tras día.


Despues de expresar su alegría Fido y su amo volvían a casa Esa rutina diaria fue interrumpida cuando Luigi fue reclutado en el ejército y enviado al frente ruso en 1943. La interrupción fue para Luigi pero no para Fido quien ya no iba en las mañanas  pero si se presentaba puntualmente todas las tardes en la estación del tren ,esperando el regreso de su querido amo.


Fido oía de lejos apenas perceptible,el ruido de la locomotora. Todo tenso y esperanzado veía al tren pararse en la estación. Entonces iba de vagón en  vagón,  husmeando las escaleras y a los pasajeros que bajaban para identificar alguna huella de su amo. El tren se marchaba y la gente también. Después de esperarar un ratito mas, Fido, triste y abatido con la cabeza baja y la cola entre las piernas ,regresaba solitario a su casa donde los padres de Luigi aún albergaban una chispa de esperanza de volver a ver vivo a su hijo. . .  Luigi nunca volvió. Fue una víctima mas de la Segunda Guerra Mundial que mató decenas de millones de seres, algunos pecadores y criminales pero la gran mayoría, inocentes.  

Los meses y años pasaban. A principios de los 50, Fido tenía dificultades para desplazarse; no pudo escapar a los achaques de la vejez; tenía artritis. Sin embargo, Fido no perdía esperanzas. A pesar de los dolores para movilizarse y las fuerzas que mermaban cada vez mas, él seguía con su rutina convencido del regreso de su amo. El trecho de camino que hacía antes con ligereza en 15 minutos, tardaba ahora 2 horas, llegando a casa completamente agotado. Fué una tarde de invierno con fuerte viento y nevada. Fido dió sus últimos pasos sobre el blanco camino, se tambaleó y su noble corazón dejo de latir . . .

Al día siguiente encontraron su cuerpo congelado y cubierto de nieve. Todo el pueblo conocía a Fido, todos lo lloraron, todos lo vieron hacer sus caminatas infructuosas y sabían lo que Fido buscaba desesperadamente.  No fue dificil convencer a esa gente modesta y buena, de colaborar con la erección de una estatua dedicada a la memoria de Fido, situada hoy en día al lado de la misma estación de ferrocaril que Fido visitaba a diario, día tras día por el resto de su vida. El epitafio: "Un ejemplo para todos los humanos de lo que es la máxima expresión del AMOR Y FIDELIDAD ".

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